Pueblo, Domingo y siesta.
Y en total silencio,
al solo ritmo de la lluvia
transcurría mi domingo,
pasaban las horas lerdas
cansinas de la siesta
en la absoluta paz
pueblerina y dominical.
El ventilador, mimoso,
acariciaba mi espalda
que agobiada de verano
transpiraba letras,
transpiraba versos.
Yo fumaba el tiempo lento
los Zorzales,
desde el pátio del fondo
trinaban suaves
trovas,
desde las sierras,
bajaba la suave brisa
perfumada y fresca,
con olor a tierra,
con sabor a Carqueja en flor.
Juanjo Braida 2013