miércoles, 15 de enero de 2014

"No es fácil ver caer un gigante" (testimonio de mi infancia)

"No es fácil ver caer un gigante"
(testimonio de mi infancia)

Era un niño la primera vez que oí la historia, sentados, caña en mano, a orillas de la Laguna del Sauce, mi abuelo despertó en mi esa extraña atracción por la segunda guerra mundial.
-Se sentían los cañonazos de casa!, retumbaban tan fuerte que hacían temblar el suelo.-
Así comencé a enterarme de la historia del Admiral Graf Spee, un buque de guerra alemán, mas precisamente un "acorazado de bolsillo" que se enfrento a los buques británicos Ayax y Aquiles, en las costas del Río de la Plata a comienzos de la segunda guerra mundial.
Era mi abuelo por esos días un adolescente, y yo tan solo un niño al oír su relato,en ambos, los ecos de la artillería, se nos grabaron para siempre.
Contaba él, que mi bisabuela (la abuela vieja como le llamábamos), quien había sufrido en carne propia la primera guerra mundial, lloraba de miedo al presagiar el comienzo de una guerra en éstas pacíficas tierras. Fue para ellos un alivio, saber del hundimiento del Graf Spee, era sinónimo de paz.
¿Cuánto mas que nosotros valorarían la paz ellos que sufrieron la guerra? jamás lo sabré.
Mi abuelo, que como de costumbre estaba pescando esa tardecita del 13 de Diciembre de 1939, me describía perfectamente, los destellos de los fogonazos del fuego de artillería, que iluminaban mar y cielo en esa travesía trágica de los alemanes intentando escapar de los ingleses. Contaba además, que en el horizonte, en medio de aquellos destellos, una sombra con fuego surcaba El Plata y era el herido Graf Spee buscando puerto en Montevideo.
Cuando el 17 de Diciembre del mismo año, el Admiral Graf Spee fue hundido por su capitán Hans Langsdorff, mi abuelo estaba ahí, había escuchado por radio que zarparía el barco, y esperando presenciar un combate naval, él, como cientos de uruguayos mas, se acercaron a las costas de Montevideo.
-Me dio lástima cuando se hundió... - dijo, y quedó pensativo; -No es fácil ver caer un gigante-, ratificó y siguió mirando la boya, pensando quizá, en otras derrotas, mas humanas, mas cercanas, mas íntimas.

En memoria de don Mario José Braida Gallo.
Juanjo Braida 2014©