martes, 11 de agosto de 2020

Era ella.

Era ella.

Estaba vivo, parecía moribundo y hasta hediondo pero estaba vivo. Era dulce como una flor de esas que te déjan sonriendo más tiempo de lo que imaginas. Era ella, definitivamente ella. No era el calor de la estufa, el vino en la noche de invierno, era ella y era yo. Tan inmortalmemre indefensos que sólo una nube podía apartarnos. Era ella, lo sabia desde esa mañana en las sierras. No podía equivocarme tanto, si algo sabía era leer su mirada. Vio mis demonios y se quedó. Era ella, podía distinguirla de ojos cerrados en una multitud, su perfume al viento, la sonrisa tatuada, la mirada con brillo, era ella!

Juanjo Braida 2020