Presencia.
Estaba ahí,
curaba mis heridas físicas
laceraciones de un golpe
que apenas se comparan
con las heridas internas
que también me estaba sanando.
Estaba ahí,
y mientras sus manos limpiaban mis heridas,
mis ojos sangraban con vergüenza,
aquellos que parecían ciegos,
hoy eran obligados a ver una realidad
que dolía más que los golpes,
dolía pecho adentro,
en la injusticia de los errores.
Ella estaba ahí,
y el orgullo hubiera preferido que no
para no tener que matarse a si mismo
y llamarse a silencio.
Que profunda la tristeza de saberme equivocado
y que enorme la alegría al mismo tiempo.
Estaba ahí con todo su amor,
cuando ni yo mismo
había aprendido a dar tanto.
Estaba ahí,
y mi conciencia me hablaba al oído
ensañándome una lección de amor y de humildad.
Juanjo Braida 2021